¡Hola de nuevo! Os adelanto que este post va a ser muy breve, sin formato ni enlaces ni fotos, en parte por el cansancio acumulado de estos días, en parte porque aún no he descargado al ordenador las fotos del domingo hasta hoy, y también porque mañana miércoles, día 7 de agosto, dejaremos atrás la gigantesca y bulliciosa Tokio para pasar a la segunda etapa del viaje, que será Hakone, el punto de partida hacia el monte Fuji. Y debido a ello, tenemos que terminar de recogerlo todo y preparar de nuevo el equipaje, para no ir mañana con prisas de última hora.
Entrando en materia, tal como digo en el título, si los primeros días los dedicamos a recorrer la ciudad de Tokio (de la cual nos van a quedar MUCHAS cosas pendientes de ver para una próxima visita), los tres siguientes han marcado el comienzo de los desplazamientos fuera de la misma, empezando con una visita que llevaba años deseando y que el domingo 4 por fin se ha hecho realidad: el Museo Ghibli de Mitaka. Por el momento sólo decir sobre el mismo que, si bien es cierto que se ve apenas en un rato y puede saber a poco, a mí no me ha defraudado en absoluto, es exactamente lo que uno se espera del lugar. Un pequeño rinconcito dedicado por completo a la magia del maestro Miyazaki y sus colegas, que ni qué decir tiene, tendrá también una entrada en el blog muy pronto.
Tras la visita al museo y pasar la tarde en Nakano con unos amigos (con visita a la librería de manga Mandarake incluida), el lunes y el martes han sido las excursiones "largas": primer a Kamakura, luego a Nikko. En Kamakura, por supuesto, hemos visitado entre otras cosas el famoso Gran Buda, y en Nikko, el santuario Toshogu y algún que otro templo más (porque si algo no falta por allí es eso, templos, templos y más templos, tanto budistas como sintoístas). Y por fin he empezado a experimentar lo que es el "otro Japón", el Japón que estaba deseando ver, ese que se aparta del ajetreo, el bullicio y los mil y un neones de colorines de la capital para trasladarme a una atmósfera completamente distinta, de paz y sosiego (en la medida que la gran afluencia de visitantes lo permite) en medio del "inaka" o campo japonés. Un paisaje que me ha impresionado vivamente por su belleza y maravilloso estado de conservación, por sus campos de cultivo y sus bosques y prados teñidos todos ellos de un espectaculares y vivos tonos verdes que en España yo estoy acostumbrado a no ver más que durante algunas semanas en abril - mayo, en junio como mucho. No veréis por aquí apenas ni una hojarasca seca, el verde predomina por doquier y es un auténtico regalo para la vista. En serio, si Irlanda es "la isla esmeralda", os aseguro que en ese aspecto Japón no se queda atrás, como veréis muy pronto.
Y mañana, como he dicho... Hakone y el monte Fuji, ¡empieza la parte más dificultosa del viaje! Pero estoy seguro de que merecerá la pena. Si completamos la subida y me quedan fuerzas para apretar el botoncito de la cámara, os prometo una buena tanda de fotos desde la mismísima cima del volcán más conocido y emblemático de Japón y puede que del mundo.
Por ahora esto es todo, volveré a actualizar cuando tenga ocasión, espero que en un par de días como mucho.Un saludo a todos y disculpad lo precipitado de la entrada, me hubiera gustado extenderme más y con más calma y con fotos, y las habrá... pero tendréis que esperar un poco para ello.
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Como sabéis los que me seguís en Twitter (sí, por sorprendente que parezca tengo
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Hace 10 años
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