Escribo esto desde mi asiento en el Shinkansen Kodama que nos lleva a Laura y a mí desde Kioto hasta Hiroshima, esperando poder publicarlo desde nuestro hotel en la isla de Miyajima. Estamos ya apurando los últimos días de nuestra estancia en Japón, y desde luego que los estamos aprovechando bien, desde que volvimos del Fuji apenas hemos parado un momento.
El día del Fuji, tras el agotador descenso (porque fue verdaderamente agotador, casi puede decirse que más que la subida por mucho que llevara la mitad de tiempo... menudo destrozapiernas, ya os explicaré), pudimos aprovechar al menos una noche de las dos que teníamos reservado el espectacular hotel de lujo que nos había asignado la agencia, situado junto al lago Ashi, en Hakone. Tanto el pueblo en sí como las vistas valían mucho la pena y el hotel, como ya os he dicho, era de auténtico superlujo, con una habitación inmensa en la que teníamos equipo de sonido, internet por cable, armario para guardar la ropa y dos camas prácticamente interminables en las que pudimos dormir a pierna suelta y como reyes tras el esfuerzo del día anterior. Lo malo es que a eso de las cinco y media de la tarde el centro comercial que teníamos junto al hotel estaba ya cerrado y no había aparentemente nada más abierto por los alrededores, por lo que tuvimos que cenar a base de chucherías (Pocky, meronpan de chocolate y cosas así). Se ve que el lugar es más para desconectar y relajarse que para buscar algo de animación en las calles, de hecho a media tarde se veía bastante solitario, aunque aún así me gustó el sitio. Incluso pudimos vislumbrar muy difuminadamente la figura del monte Fuji, que aunque tímido, tuvo el detalle de dejarse ver un poco para que al menos no pudiéramos decir que "hemos subido al Fuji pero no hemos visto al Fuji". Da un orgullo especial el verlo y poder decir para tus adentros que " yo he estado ahí arriba", la verdad...
Desde Hakone, la siguiente etapa fue Kioto, donde hemos estado estos últimos cuatro días. La antigua capital es una ciudad alegre, acogedora, muy bulliciosa, con un tráfico muy intenso (la gente parece más suelta a la hora de darle al claxon que en Tokio, o al menos esa impresión me dio), repleta de templos y santuarios budistas y sintoístas por doquier, y con algunos barrios por en cuyas calles es una delicia perderse; concretamente, por mi experiencia, pasear por sitios como Gion o las cercanías del Kiyomizudera es altamente recomendable, se siente uno como transportado a otro tiempo, una oportunidad única de saborear algo de lo que fue el Japón de un par de siglos atrás.
En Kioto he visto lo básico, los templos Kiyomizudera, Fushimi Inari, Kinkakuji, Ryoanji y Ginkakuji. Hay mucho más que ver en la antigua capital, pero para una primera toma de contacto ha sido más que suficiente. En cuanto al hotel, curiosamente pasamos de estar en el más amplio (en Hakone) al más diminuto, apenas una habitación con dos camas grandes, un hueco mínimo para la ropa, una mesa diminuta y el baño. Casi puede decirse que toda la habitación la ocupaban las camas, de tal modo que incluso era difícil encontrar un hueco para colocar las maletas, no digamos ya para abrir el gigantesco maletón tamaño "King size" que se me ocurrió traerme de España. Aún así, para pasar las noches bastaba y sobraba, y el personal era muy amable y nos ayudó mucho a planificar las excursiones de estos días.
La principal excursión que hicimos desde Kioto fue a Tsushinmachi, en la prefectura de Mie, para hacer una visita a nuestra conocida del Deviantart, la joven y prometedora futura mangaka hispano-japonesa Wakana Sakamoto. Nos costó varias horas de viaje en la línea Kintetsu (para la que no nos valía el Japan Rail Pass, por lo que tuvimos que pagar los 1750 yenes del billete), pero al final pudimos reunirnos con ella sin problemas, para ir inmediatamente a visitar el templo de Ise-jingu. Casualmente fuimos el año en que tenía lugar un gran Matsuri que sólo se celebra cada 20 años, por lo que el lugar estaba llenísimo de gente y la visita tuvo que ser un poco apresurada, aunque aún asi pudimos estar un buen rato callejeando por Okageyokocho, otro de esos barrios que parecen propios de tiempos pasados, con multitud de tiendas y locales de comida bordeando sus estrechas calles, por las que había que moverse entre la multitud teniendo cuidado de no perdernos. Un lugar verdaderamente lleno de encanto y digno de visitar, incluso en un día tan caluroso como el que fuimos nosotros.
Y finalmente, tras Kioto, nos disponemos a pasar las dos últimas noches previas a nuestro regreso a España, primero en la isla de Miyajima, a donde llegaremos tras hacer una breve (aunque probablemente impactante y conmovedora) visita a Hiroshima. Aquí es donde podremos disfrutar siquiera por una noche del alojamiento en un ryokan tradicional (ya os comentaré qué tal ha sido la experiencia). Y por último, la noche previa al regreso la pasaremos en la ciudad de Osaka, en la que nos alojaremos en un hotel cercano al aeropuerto para no pasar agobios de tiempo, aunque espero que podamos sacar un ratito para dejarnos caer por Dotonbori y saborear unos takoyaki "Osaka style" como los kamis mandan.
A mi regreso a España empezaré a organizar las fotos y prepararé varias entradas del blog sobre cada una de las ciudades en las que hemos estado y las visitas que hemos realizado en cada una de ellas. Sólo tenéis que tener un poco más de paciencia, así que como siempre, ¡no cambiéis de Katsu-canal!
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Como sabéis los que me seguís en Twitter (sí, por sorprendente que parezca tengo
Twitter desde hace algún tiempo) desde el pasado mes de enero estoy
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Hace 10 años
1 Comment:
Estoy deseando.que volváis para ver todas las fotos a parte de las que me has mandado por wasap...y para tener por fin mis regalitos "japonesiles" jijiji.
Un abrazote Katsu
Soy Iria-kibou desde mi smartphone.
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